Por:
Juan Pablo Álvarez
prensa@jpaudiovisual.com.co
- Autotrónico su nueva producción musical
Un completo viaje sonoro llegó desde el 20 de julio a retumbar nuestros corazones, un vuelo sobre las montañas andinas, llegando desde los valles hasta las costas, desde la selva hasta la ciudad. Lozk nos llevará a un imaginario multicolor; impulsado por entender más su espíritu guerrero, el chamán de lo tradicional, florecerá con su música.
El 20 de julio no solo fue el día de la celebración de la independencia de Colombia, también fue la llegada del AUTOTRÓNICO, un álbum donde se exploran las regiones de nuestro país: su música autóctona, culturas y filosofías, bajo el concepto estético integral de fusionar lo natural con lo electrónico, lo tradicional con lo moderno y lo ancestral con la tecnología.
Este cuento relata una narrativa que tiene el álbum Autotrónico:
EL VIAJE DE LOZK: Primera parte
El viaje inicia Caminante
La niebla se deslizaba como un velo sobre las montañas andinas cuando Lozk, caminando entre una bruma crepuscular, sintió que sus anhelos comenzaban a desvanecerse. El futuro que había soñado parecía perderse entre las sombras de la incertidumbre. Con el corazón cargado de dudas y esperanzas, decidió emprender un viaje para buscar quién era realmente y encontrar un nuevo propósito.
Destino: Caribe
Cruzando los valles y descendiendo hacia la costa, Lozk llegó a la región Caribe de Colombia. El calor del Caribe lo envolvía como un abrazo, aquí, el tiempo parecía ralentizarse bajo el resplandor del sol perpetuo, y las noches eran una danza de luces y sombras, en la que las estrellas titilaban como suspiros lejanos entre el murmullo de las olas.
Waré
Caminando por la costa, se encontró con un anciano wayuunaiki, cuyos ojos reflejaban la sabiduría de generaciones. Lozk le contó su historia, sus miedos y sus sueños perdidos.
El anciano, con una sonrisa serena, le dijo simplemente: «Sia waré majañee», que en wayuunaiki significa «Sé un espíritu feliz». Estas palabras resonaron en el corazón de Lozk, quien se quedó reflexionando sobre su significado.
En La Selva
Impulsado por la necesidad de entender más sobre su espíritu, Lozk se adentró en la selva húmeda del Caribe, a la Sierra Nevada de Santa Marta. En medio de la espesura, conoció a los indígenas kogi,
guardianes del corazón del mundo. Ellos le hablaron de una conexión profunda con la Madre Tierra y le enseñaron a escuchar el latido del universo en cada hoja, en cada piedra, en cada ser viviente.
Un chamán le habló sobre los cinco elementos ancestrales y cómo el viento baila con el fuego, mientras el agua, la tierra y el tiempo esperan en la selva. «Esperan a nuestro espíritu», le dijo el chamán. La palabra espíritu se quedó grabada en la mente de Lozk, ya el anciano wayuunnaiki le había hablado de ello, del “waré”.
Puerto Cartagena Tamboreando
De la selva, Lozk descendió hasta el mar Caribe, llegando a la antigua y mágica Cartagena. La ciudad, con sus murallas que guardaban historias de piratas y tesoros escondidos, lo recibió con el sonido de tambores y una noche estrellada frente al mar. Durante una fiesta en la playa, Lozk se dejó llevar por el ritmo de los tambores. En medio de la danza, conoció a una joven llamada Mar, cuyos ojos le recordaban las estrellas que centelleaban al ritmo de las olas rumorosas que lo cautivaron en los comienzos de su viaje.
El amor floreció rápidamente entre ellos. Pasaron días compartiendo historias, sueños y risas bajo el sol. Caminaban juntos por las playas, dejaban que el mar acariciara sus pies mientras sus corazones latían al unísono con las olas. El viento salado traía consigo promesas inefables de eternidad.
Sin embargo, Lozk no podía ignorar un sueño recurrente que lo había visitado desde su llegada al Caribe. En el sueño, veía una vasta llanura dorada donde el viento susurraba secretos antiguos y el horizonte parecía no tener fin. Sentía una profunda conexión con ese lugar, como si una parte esencial de su ser lo estuviera llamando.
A veces parecía que las palabras de Mar eran las que el mar quería transmitirle. Como una canción eterna, con melodías de amor y pérdida, le anunciaba que la vida es un ciclo de encuentros y despedidas. Y así fue cómo un día Mar le recordó la importancia de lo que él perseguía, buscarse a sí mismo. En Lozk se sembró la duda de si podría lograrlo quedándose allí con ella o si debería continuar su viaje.
El mensaje de Mar y su sueño recurrente lo llevaron a tomar la decisión de irse a la Orinoquía.. En su última noche juntos, mientras las estrellas brillaban sobre el mar, Lozk se despidió de Mar con una frase corta y llena de amor:
«Siempre serás mi negrita», le dijo Lozk.
Destino: Llanos Orientales Campesina
Los Llanos Orientales se extendían ante Lozk como una inmensidad de hierba dorada. Allí, en esa vastedad, oyó entre cantos de vaquería el sonido de la guarura en un eco profundo que retumbaba entre la espesura, anunciando la llegada del amanecer.
Las campesinas, con sus historias de valentía y resiliencia, le enseñaron sobre la fuerza de la tierra y la simplicidad de la vida. Lozk aprendió de ellas el valor de la perseverancia y la conexión íntima con la naturaleza.
Fuego
Los llanos, con su fragante frescura matutina y sus atardeceres como el fuego, eran un poema viviente. Ese atardecer encendido le recordó las palabras del chamán, sobre cómo el fuego bailaba con el viento esperando el espíritu de cada ser, a su «waré». En ese momento, decidió dejar ir sus temores y anhelos que no lo dejaban ser libre. Lo quemó todo en el fuego del atardecer que brillaba entre llamas.
Mapalé
El viento, ahora transformado en símbolo de libertad y renovación para Lozk, se unió al fuego en una danza alegre y rápida, como un mapalé que le evocaba aquellos momentos de alegría pura vividos en las playas de Cartagena con su “negrita”. Y se dio cuenta de que su viaje, o mejor, su cambio, apenas comenzaba.
El final del viaje I
Lozk volvió a su hogar en las montañas andinas con un corazón lleno de paz y gratitud, sabiendo que había encontrado su verdadero espíritu, su «waré».
Pero a medida que avanzaba por la cordillera que lo abrazaba, sintió una nueva inquietud, el anhelo de seguir explorando más allá de lo conocido. Sabía que su viaje no había terminado; solo era el comienzo de una búsqueda continua, de un descubrimiento perpetuo.
En su cuaderno de notas, escribió:
El viento, el fuego, el agua, la tierra y el tiempo han danzado conmigo en un baile eterno. He encontrado mi espíritu en cada rincón de Colombia, y ahora sé que soy parte de un todo mayor. Soy Lozk, un espíritu libre, un verso en la poesía infinita del universo. Y mi viaje recién comienza.
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